martes, 8 de junio de 2010

Penélope, la que teje y desteje


El mito popular ha acuñado la idea de que Penélope, entre llanto y más llanto, teje y desteje esperando a Odiseo. Típica interpretación patriarcal que ha teñido a esta reconocida mujer con el estereotipo de la sumisión, la dependencia y el sacrificio.

Esa no es la Penélope de nuestra Odisea. Es cierto, ella teje y desteje y también llora, aunque de acuerdo con el estudioso español de los clásicos griegos, José Antonio López, hay más alusiones en la obra al llanto de Odiseo que al de su propia esposa. Lo cierto es que durante los 20 años de ausencia de Odiseo, si bien Penélope añora su regreso, asume el mando del reino de Itaca decidida a defenderlo y a no dejarse doblegar por las aspiraciones de los numerosos pretendientes que le exigían escoger un nuevo marido entre ellos.

Valiente Penélope que aprendió a hacerle frente a diversas tareas vetadas a las mujeres de aquella época: hacer inventarios y custodiar los bienes y las riquezas del reino; supervisar las granjas y los rebaños; comprar y negociar provisiones. Prudente Penélope que con su inteligencia supo ir más allá de las exigencias familiares y sociales. Astuta Penélope que tejiendo de día y destejiendo de noche logró frenar la ambición de los pretendientes y salvar el Reino de Itaca.

1 comentario:

  1. Siempre estuve de acuerdo con este último concepto de Penélope. Si Ulises se ufanaba de su astucia, mucho más astuta era ella por su ardid disimulado.

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